Muchas cosas cambiaron, si no ese día, esa semana. O por lo menos en la cercanía temporal de esos días. Es curioso cómo se alinearon ahí las cosas.
El cambio más notable y obvio es el de mi nueva residencia. Pasé de vivir en mi propio departamento suburbano con reja, acceso a gimnasio y alberca, y balcón, a compartir una casita de 1920 con dos NIenses que, al momento de mudarme, me eran desconocidos. Ah! Y la casa es downtown, lo cuál tiene toda clase de beneficios. Lo cierto es que me encanta vivir aquí y, memoria selectiva siempre en proceso, lo he asimilado como parte de mi vida de forma tal que apenas ayer me acordaba que solía vivir en otro lado y de otra forma.
Varias otras cosas cambiaron, pero los cambios suceden todo el tiempo. Lo importante fue que por esas fechas me di cuenta al fin de que dichos cambios habían sucedido. Sigo procesando algunos de ellos, ya que las variaciones del status quo nunca son fáciles si no se esperan.
Total, lo que será será. Por ahorita, entre cambios y no-cambios, estoy feliz.